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miércoles, 30 de abril de 2014
El precio de vivir
Damos por seguras muchas cosas y, sin embargo,
si la vida se caracteriza por algo, es justo por lo contrario, porque
nada es seguro, porque todo está en contínuo cambio. Hoy estás en la
cima, mañana no sabes como salir del fango, pero siempre pensamos que le
va a pasar a otro, nunca a nosotros. De hecho, cada día tenemos menos
empatía y somos menos sociales (gracias a la era internet). A veces, una
serie de malas decisiones te puede llevar a callejones tan oscuros y
sórdidos que, hasta tu propia sombra puede ser aterradora. Pero otras
no. Otras, sencillamente, la vida es así de injusta. Esta historia
comienza hace poco menos de un mes. Estaba sentada en un banco,
descansando, enfrente de una pasteleria. Y algo me llamó la atención: Un
hambre voraz. Había un chico joven delante del escaparate llorando
desconsoladamente mientras miraba la comida expuesta. Pocas veces se me
ha anudado tanto el corazón como en esa ocasión. Lo observé un par de
minutos... No se atrevía a entrar a la pasteleria y miraba a la gente
como quiriendo pedir, pero la vergüenza se hizo evidente en su rostro
que seguia cubierto cada vez de más lágrimas. Me acerqué a él, diciendo:
"Disculpa que me meta, pero... ¿Tienes hambre?"; "Mucha, yo y toda mi
familia", respondió él entre lloros. "Esperame sentado en ese banco, que
ahora vuelvo y tranquilizate". Le compré lo que pude, lo básico... Das
barras de pan, una bolsa de crespillos, dos empanadillas y algo de
dulce, y le dije: "Para tí y para quien quieras compartirlo". Dejó de
llorar y sonrió. Tenía una sonrisa preciosa. Empezó a hablarme. Me dijo
que tenía esquizofrenia, que se había ido de casa de su novio porque lo
maltrataba físicamente, que era de Sevilla y que estaba buscando a su
familia. Entonces me habló de su madre. Pocas veces he visto tanta
pasión al hablar de una madre... Se le llenaba la boca al describirla y
sus ojos cobraron un brillo mezcla de nostalgia y felicidad... Le abracé
y le dije "todo va a ir bien, ya lo verás" (Mentira, sabía que era
mentira... Pero a veces, un abrazo a tiempo con una se esas mentiras,
pueden marcar la diferencia entre muchas cosas). Tenía cita en salud
mental y le insistí en lo importante de esa cita y en lo importante de
la medicación (mientras pensaba, maldito dinero que hasta eres clasista
en los enfermos). No voy a contar como supe luego el resto de toda la
historia porque es larga. Comprobé los datos y eran ciertos. Vivian en
Sevilla. Su padre se fue con otra mujer. Fueron desahuciados de su casa.
Se mudaron aqui. Tiene un hermano en la cárcel y una hermana que
tampoco está en buenas condiciones... Y lo que me dejó realmente helada
fue "Su madre lo estuvo buscando hasta el propio dia de su muerte".
¿Cómo le explicas a una persona, con el agravamente de una enfermedad
mental, con la pasión y la viveza que habla de su madre y sus ansias por
encontrarla... que esa persona ya no existe? ¿Cómo le explicas que está
solo y va a seguir solo porque nadie va a ayudarle? Porque señores,
estamos en crisis, pero dinero hay, solo que no se invierte en estos
casos "perdidos" simplemente porque no son rentables. Así que parad ya
de vender los cuentos del "bienestar" y todo eso que se dice. La vida a
veces es sumamente injusta y tiene agujeros tan hondos de los que nadie
es capaz de salir. Esta noche, al pasar con el coche en direccion a mi
casa, he vuelto a verlo. Estaba llorando amargamente. Seguramente por
hambre o por la impotencia de no encontrar a esa madre que ya no existe.
Me declaro una absoluta amante de la vida, pero detesto esta sociedad
en la que hacemos invisibles a estas personas que no deberían de estar
en ese profundo agujero.
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